Una ventana fría

Soy la palabra al otro lado de la ventana,

la que siempre busca la adecuada para poderte responder,

la que acorta distancias entre el miedo y la ilusión;

esa que, sabiendo devorarla nos engulle porque va al encuentro del

pretexto, de esa justificación que escondo allí donde la realidad se me

hace añicos. La tuya y la mía.

Esa ventana hoy tiene cristales con gotas de haber llorado y un cierre que

 es un nudo en la garganta imposible de deshacer con gestos o

 palabras. Hoy no.

Quizá exista un placer mudo, solitario, egoísta para endulzar lo amargo,

pero a veces el cielo, como estos días de invierno duro, está demasiado

 alto para preguntarle ¿por qué?

Pero por esa ventana mañana volverá a entrar el sol y yo seguiré amando

 aún más el universo sabiendo o al menos imaginando que a pesar de que

la vida se nos vaya por los tejados cuando caiga la tarde siempre nos

quedará un trozo de cielo que se quede atascado en el alféizar,

 ahí…donde poder asomarnos tú y yo.