La eterna poesía

Hoy te escribo y sé que no me esperas, ni yo tampoco tenía pensado ir. Lo hago con esa tinta suave con que mis susurros adornan a veces mis abrazos, con el ansia de alcanzar lo inalcanzable. Las palabras a veces son un débil y torpe soporte que solo sirven para mantener vivo un instante.

Nos leemos verso a verso, palabra a palabra, pensamiento a pensamiento, dejando interpretar a cada corazón su argumento, pero nos olvidamos que el amor no razona, solo es ese vendaval que pasa.

La inspiración solo es el néctar para que las palabras florezcan. Ellas interrogan a la vida, pero esta solo les da lo que siempre está más allá.

Tú me escribes a versos y yo te respondo en prosa ardiente, impaciente, apretujada, pero siempre sincera. Es tu emoción como rio que fluye y son mis palabras, las que van a todas horas contigo, esas corrientes que lo desbordan. Solo es mi amor que tú ya conoces, ese que no quiere nada, pero lo desea todo.

Vivir es morir. No quiero que tus versos lo hagan… ¡cosas confusas en mi alma!, pero sí que un día exista la mínima posibilidad de conocer qué hubo más allá de la inspiración que movió al poeta a hacerse sublime, al menos para mí, y a su musa descubrir la inmensa felicidad del significado de cada palabra, de cada gesto, de cada silencio.

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Préstame cinco minutos

En medio de la noche se deja oír el fragor del viento en ese topar contra las plantas heladas. Como ese castañeo en mi boca cuando no quiero hablarle al vacío, pero tengo la necesidad de que él y el silencio me escuchen.

Pero solo eres tú, oh amor, sueño invisible entre dos noches oscuras, la tuya y la mía. Dos latidos que vibran con el apoyo de tus versos y mis palabras atropelladas. Y en algún recodo de esa negritud nos dejamos el alma, sedientas ambas de amor y sobradas de soledad.

Préstame solo cinco minutos de ese amor que persigo, aunque algo se pierda por el camino en ese sueño que solo es un inolvidable instante entre este tiempo y la eternidad.

Así sin más, pero con todo.

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La magia de un regalo

Y al mirar por la ventana… he visto acercarse la magia

Estaba allí, sobre el alféizar, la he cogido y me la he llevado dentro

He visto sus pétalos húmedos, a esta hora el mar le queda lejos y el sol aún dormita

El amor existe en un momento y en un lugar. Todos piensan que es el destino, pero no

Mi cuerpo ha temblado y he tenido su pasión en mis manos, su armonía, su forma distinta de estar y su ser distinto a todos

Yo la amo y la siento más allá de donde el cuerpo llega

La flor mágica más bella, hoy para mí en masculino singular y el símbolo de aquello que trasciende más allá de lo imaginable

Y allí estaba tu regalo … tu amor inmenso

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Cualquier lugar es BELÉN

No eres TÚ. Somos nosotros los que hemos enfangado el camino que nos lleva a Belén.

Las estrellas están asustadas. Se aperciben llamaradas de fuego y se oyen gritos. Nadie canta y niños como TÚ lloran desde que amanece.

No son las bombas en cualquier lugar del mundo las que paralizan la vida, sino el frío del corazón y la humedad del alma.

No Te escabulles, no Te escondes, siempre estás a nuestro lado, pero somos nosotros los que estamos ciegos y sordos. No oímos al corazón que solo pide amor y generosidad, sin pararnos a pensar lo afortunados que somos pudiendo contagiar a los demás de todo lo mejor que poseemos.

No sé si el amor es ese dios sin tiempo, pero seguramente que en la vida de las personas que aman habrá algo más que lo mundano que hoy nos rodea.

“Quien no entiende de sentimientos se pasa la vida vapuleado por ellos. Quien los entiende, pero no los procesa está abocado a años de dolor y quien los niega y desprecia está perdido”

Somos capaces de buscarlos y encontrarlos, porque el mundo es AMOR con sus cuatro letras. Y a todos sin excepción…

¡¡ FELIZ NAVIDAD!!

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Y tanto amor que queda

No me hables cuando ya me haya ido

Mi alma se habrá llevado tu poesía envuelta en un manto de silencios imperfectos

Arrojé por el abismo las esperas, las ganas y los deseos

Creo haber sido el sueño inconcluso de una poesía anhelante, inspiración poética de un deambular desarbolado

¿Por qué dejamos atrás la felicidad que nos consumía sabiendo que nada que pasa regresa?

El ayer existió, lo supe. El hoy fue, también lo conocí. El mañana pudo serlo, pero se vino conmigo

Colgados en el reloj de la vida se nos quedaron esos diez minutos que necesitó el alma para hacerse inmortal

Morir solo es marcharse a la franja celeste del paisaje, accediendo por la tortuosa escalera de la vida

No me hables cuando ya no sienta tu ausencia en la brisa

 cuando ya la noche se desborde en gotas de universo

cuando ya no pueda explorar tu cuerpo

 ni abrigar tus besos

 ni sorberme tus lágrimas

cuando ya sea solo ese polvo de estrellas, quizá entonces…

 me hablarás allí…

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Los sonidos de la noche

Aún quedan unos días para que vuelvas, pero te encuentro de nuevo al llegar la noche. La oscuridad espera el sol al mismo tiempo que yo. En la calle no hay lluvia, pero queda un polvo fino a ras de suelo, ese barro que no ensucia, en el que sobreviven esas hojas dispersas que el viento ha desperdigado un poco más allá.

Hay de vez en cuando ruidos desvencijados, sordos, que distraen el sueño. Mi alma igual está entre sábanas, que entre tu cuerpo y el mío y me abrazo a ella. Solo es esa pasión que me arrancas a diario y que contagia todo mi ser. Ese universo que no soy capaz de describirte.

Y tú, en ese presente inconstante que solo suaviza los días. Mientras, yo sigo enamorada de ti pregonándotelo hasta la extenuación. No sé si para algo o tal vez para nada.

Tú eres ese sueño que nunca acaba. Ese vivir con la miel en los labios y el corazón en un continuo peregrinar por las sensaciones.

Es en ese trasiego de sueños donde probablemente podamos reconstruir una historia verdadera, auténtica, la tuya y la mía.   

Y cuando los sueños se han disipado al llegar la madrugada, cuando sobre la almohada solo ha quedado la huella de tu cabeza hecha poesía, he estado a punto de decirte una vez más que te quiero, pero ese sueño quizá es el Nirvana imaginario con el que los sonidos de la noche se distraen.

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Algún día en cualquier playa

Algún día me solazaré junto a ti en la arena de cualquier playa. Y veremos llegar el mar. Y marcharse. Y el agua sobrante convertida en ola bañará nuestros cuerpos dejándolos inermes, desarmados, indefensos, en medio de la arena húmeda que solo ansía sepultarnos a ambos. Cuando ya nada dé miedo y poco importa lo que pase. Cuando solo los temporales sean solo recuerdo.

Y la luna, la que tanto admiras, nos mirará embelesada, si es que conseguimos llegar a la noche.

Y nos preguntaremos del por qué estar vivos y haber llegado hasta ahí, a ese lugar que ambos soñábamos, cuando tu alma y la mía ni tan siquiera pensaron encontrarse, cuando estaban allí al final de ese futuro siempre imaginado e impredecible.

Llevaré en mi bolsillo un poema tuyo. De esos breves, de los intensos, de aquellos que un día fuiste derramando por el amor perdido, por la melancolía que mas tarde aireaste al mundo para yo hacerla mía y compartirla contigo.

Tu nostalgia la convertiste en bellas palabras y estas en inspiración. Todo lo que amamos nos llega al alma, para sobrevivir en ese corto camino de la vida.

Algún día tus versos tendrán voz y mis palabras significado, eco y consuelo. ¿Qué te he dicho ya todo esto? Es posible, pero el amor ha de ser así, repetitivo, pero siempre diferente.

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Siete olas, una a una

Aún queda sol. Aún hay cuerpos enardecidos que se resisten a enfriarse Queda consuelo para los que, con ánimo melancólico, hemos sorteado llamaradas sin consumirnos.

El mar sigue ahí, absorto, impávido, asemejándose a un lago azul donde la luna se refleja estos días haciéndolo temblar.

Sigues viniendo y te sigues marchando. Me rodea la tristeza envuelta en ese aire pre otoñal que me reporta tristeza y pesadumbre. Pero yo sigo soñando con quimeras, con gigantes y contigo. Con dioses despistados y milagros imposibles. Ya ves, me mimetizo con tu poesía y con tu inspiración más soñadora porque eso es lo que te define.

Doy sentido a mis latidos, que son los que me sostienen y los que siempre se quedan a un palmo del paraíso. Quizás sea el juego que amamos o el que nos dejan.

Sentirse esperado es vivir. Ocupar horas, lugares, recuerdos y saberse único, única en este caso, para alguien al que igualmente considero único, extraordinario y excepcional.

A estas alturas ya no sé donde va cada palabra, a qué órgano, a qué músculo, a qué víscera. Solo deseo buscarle morada a cada una de ellas. Una a una de las que escribes, una a una de las que omites, una a una de las que ya vinieron y quiero pensar que permanecen. Una a una.

Dejemos a nuestra alma vivir como corresponde, como siente, como tal vez haya de ser, porque en el camino de la vida nada vuelve atrás para corregirse.

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Un instante abrasador

Quisiera detener la vida en un instante, un instante de amor contigo.

Con tu rostro pegado al mío, con mi cuerpo aferrado al tuyo.

Paladear besos apasionados que dejen en mí un sabor a miel.

El amor me despierta del hastío hasta emborracharme de ti. La quietud del cielo y el agua mojan el corazón hasta ahogarlo, mi sudor no desaparece y el calor me ahoga.

Hay algo poderoso que extermina las situaciones de querencia extrema, tú lo sabes, yo lo sé y puede que estemos extrañamente confundidos, pero sentir así bien vale cualquier equivocación.

El amor es como seguir a las nubes empujadas por el viento, hay que contonearlo, pero no aferrarse a él como un asidero seguro porque no te dejará que lo toques, es en esa libertad lo que lo hace grande.

Su magnitud, la que aquí y ahora yo derrocho por ti, será, mucho me temo, lo imposible que desemboque en la eternidad.

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El cielo siempre queda lejos

Predecible será que caiga la tarde sobre la tierra ardiente y un manto de azul cobalto en progresión a negro nos vuelva a cobijar en los añicos de la utopía.

Predecible no será que me envuelvas en tu cuerpo al amparo de tu poesía para decorar con tu sombra el corazón que me quema.

Predecible será que no sea nada cuando deseamos abandonarnos al destino de ese aliento apasionado que nos deja a centímetros del éxtasis.

Impredecible que podamos volar cuando te despojan de las alas. Las tuyas calcinadas por el fuego de la sinrazón, el egoísmo y el desamor y las mías ansiosas de darte lo mejor de mí, deseando volar por encima del tiempo, el lugar o las circunstancias.

Dime amor…¿Cómo se puede predecir algo si nadie fue capaz de anticipar que dos corazones, con razón o sin ella, fueran capaces de apostar por un amor que queda más allá del cielo?                                

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