He escuchado esta noche tus susurros. Esos deseos prohibidos que gritan, que duelen y que de alguna manera desean hacerse visibles. Oleadas de cariño escondidas bajo tus palabras, esas que para mí al menos, titilan como estrellas.
Fluir de ríos entre angostos cauces, sentires de amor que me dejas y que yo comparo con esas mariposas atrapadas en el cristal de una ventana, ansiosas por volar hacia el cielo del otro lado.
Reconfortas mi corazón en esa ausencia donde nuestro amor está, si es que alguna vez hicimos parada en algún sitio.
Déjame quererte sin que te angustie nada y si ha de serlo que sea mío porque las palabras seguirán revolviéndose en horas perdidas y solo me importa tu felicidad.
No me dejes a solas con el espejo porque solo me devuelve arrugas, soledad y tropiezos, él no tiene nada que decirme, pero tú aún sí, o eso espero.
Voy a seguir amándote con locura, nacer y desvanecerme en cada mirada, en cada abrazo, en cada caricia, en cada palabra también.
El amor sigue valiendo toda una vida, aunque a veces solo sea una página vacía, un beso dejado en el espejo y un insomnio lleno de ellos.