Los olores de la noche

Mi querido amigo:

Hay ruidos a mi alrededor que me son ajenos porque mi mente está lejos, muy lejos, a casi 500 Kms. No son alucinaciones aunque  Oliver Sacks las pondría en cuarentena.
Me gustaría decirte…quisiera hablarte…me encantaría estar a tu lado para consolarte, aconsejarte…demasiados puntos suspensivos. Por muy comprensivas y claras que sean mis palabras nunca llegarán a ser el bálsamo de un abrazo, de una caricia o de un beso.
Y cierro los ojos en un intento inútil de llenar todos mis vacíos de respuestas porque como te decía ayer a veces siento que estoy al margen de la vida, en otro lugar más paradisíaco que este.
Paraíso perdido al que se podría llegar en una frágil barcaza mecida por un mar tranquilo aunque a veces se enfurezca. El mar como la vida, que unas veces nos engulle y otras nos escupe para cubrirnos siempre con su blanca espuma.
Fluyen y fluyen acontecimientos que nutren el espacio de tiempo y éste de horas que me descabalgan de la vida poco a poco.

Y no fantaseo aunque sienta pasión por la poesía y la prosa dulce y enamorada. Tengo el corazón desgarrado hasta que el tuyo no encuentre el oasis que buscas y no solo en el terreno personal, que también.

Ahora en el silencio ya de la noche se escucha una música suave apenas perceptible que he dejado sonar junto al perfume de la dama de noche, el jazmín y el magnolio, una vez que ha cesado en algo el ardiente calor y la brisa va enfriando poco a poco todo lo que coge a su paso, el tiempo, el espacio, el alma, el corazón, pero no quiero que lo haga con estas pocas palabras que este lugar me permite escribirte cada día.

Buenas noches, otra vez.